Por el Reportero Jacinto
Tuvimos que movernos con inteligencia para encontrar a un puertomontino que nos quisiera contar algún capítulo de su vida o de otra persona , un suceso que le recordase la historia incontada e inédita, acaecida en nuestro pueblo natal . Lo encontramos . No nos autorizó para nombrarlo , por lo que pedimos excusas a nuestro lectores . Es posible que alguno lo identifique . Pero basta el relato para enternecer nuestros más profundos sentimientos :
" Siempre hubo personajes jóvenes involucrados simplemente en pololeos banales . O en arrimos intrascendentes . Una discusión callejera , un manotazo femenino al rostro de su pareja , una siga disimulada a una colegiala que se dirigía al Liceo . Un apretón fuerte y estrecho en el "malecón" en un atardecer crepuscular lluvioso , de tormenta en el cielo y en los espíritus . Un beso tierno , una mano estrujada por otra mano anhelante de amor juvenil ...o quizás más . Estos cuadros lo divisábamos a diario en el centro, y sobretodo en la costanera . Duetos que operaban sus caricias afirmados en las barandas de cemento , que daban al mar o en las barandas de madera , que separaban el paseo de conchillas blanca con la línea férrea .
No deseo identificar a nadie , daré nombres inventados , supuestos .
Hubo una pareja famosa , al márgen de esta rutina local que he descrito. Paseaba diariamente por el muelle y la plaza a la hora acostumbrada para estos avatares tiernamente amorosos . Conocida de todos . Siempre abrazados por la cintura o por el cuello . Muy formales , sin espectáculos como los que hemos enumerado . Ella , una niña rubia , hija de una de las más conocidas familias de comerciantes de la ciudad . Buena moza , fina figura corporal , muy seriecita , sólo tenía ojos para su doncel amado , él , hijo de una grandiosa familia de profesores de calle Chorrillos , joven deportista del Estudiantes Liceo . Tenía una estampa fornida , alto , más que la chica . El guatón , como le denominaban , jugaba basketball por el primer equipo de su club , un grupo practicante deportivo , que había logrado la fama de invencible en manos de su entrenador Mario Marchant Binder . Me refiero a Estudiantes Liceo .
Un buen día no aparecieron por el clásico paseo de la juventud quinceañera puertomontina de aquel entonces . El joven -lo comprobamos - no llegó a los entrenamientos del primer equipo , no participando , por ende en los encuentros de su Club. Nuestra curiosidad no se vió alentada por nada , pues lo considerábamos algo normal . Una comezón en nuestro interior , sin embargo molestaba , cosquilleando la sangre en las venas . Voltéabamos la cabeza cuando participábamos de la caminata diaria en el muelle , algunas tardes estivales de cambiante clima , que sumaron varias ..., y no los divisábamos. Ya al quinto día nos preucupó en serio esa ausencia de tales habituales actores del muelle .
Las filas de cuatro o más , iban y venían esa quinta tarde semanal . Los gemelos Tampier y los gemelos Ebensberger , que no se juntaron jamás , entre ellos , eran , con todo , de la partida en distintas hileras de paseantes. Recuerdo a otros firmes concurrentes de la ronda marina , al son del viento o de la lluvia , no importaba . Para eso estaban los paraguas o los impermeables : los Toledanos del barrio Miraflores , los Oyarzunesios del cerro Miramar , que algunas tardes alcanzaban al muelle , Herbé Osoriano, Torresilla , Pepe Daien , Morocho Ebensberger, los Fernandezianos, los Olavarríanos , Julito Ebensberger , Gaywistiz el Manzanita , Hernán Tikecarr , todos estos últimos del barrio Talca-Varas , además de Pancho Sepúlvedaliz , Leonidas Reyes , de vez en cuando los Brahmin , los Vargillas Cochemanteca , el diminuto Camán Casanueva , Queño Ojeada , Enrique Rosasino , y muchos más , de cuyos nombres me he olvidado . De las chiquillas recuerdo algunas también : dos hermanas Brahmin Mengel y su interesantísima y seria prima Teruquina, la sonriente y agradable Uchi Pérezze con su famosa manchita en una de sus mejillas , la escurridiza Martina Maldonado , cuatro de las jocosas hermanas Casanueva , algunas de las aristocráticas chicas de la Escuela Alemana de apellido Stangel , las Dreyericz , la Liliana Riedeleman . La hija del Dr.Maldonado , amiga de las Brahmin , una larguirucha que nunca supe como se llamaba . La Esnuer y la Janette Sabresi y su amiga de siempre , la Eliana Kempeau , del barrio Cayenel . Muy rara vez , tal vez los Sábados por la tarde o los Domingos al mediodía , cuando el sol asomaba leve entre las nubes, llegaban las chicas de las monjas , como la Ruby Ebelling , la Gladys y la Daisy Belamonde , la Ruby , Amparo y Viola Fernandeziano , entre otras .
...Decíamos , que la pareja más "caballera" , por decirlo de alguna manera , conocida y tranquila de todas las que normalmente pasearon por el muelle , ya no se vieron en aquel entonces participar , como todo el resto , del habitual rito del rodaje humano por la pasarella que se adentraba en el mar , conversado y lleno de miradas , guiños , y señas . Más tarde , es decir , para ser más exactos , algunas semanas después , supimos lo que había ocurrido . Increiblemente la Tero –asi se llamaba ella – falleció de un cáncer fulminante , que tan sólo demoró , para corroer y doblegar ese hermoso y frágil cuerpo juvenil , unos veinte días . La noticia llegó a nosotros de una manera ilógica , cruel , desatinada , fuera del contexto normal de la vida , de aquella existencia que creíamos libre de todo mal . Navegábamos por sus ondas temporales, en aquel entonces, como en un mar calmoso y pleno de olas acariciantes y brisas de maravilloso optimismo . Nadie atinaba a sopesar la realidad fatalista , en aquel teatro de nuestros mejores días . La risa y sonrisa de aquel escenario tan amado junto al mar , se silenciaron por un tiempo , Del avatar alegre y tranquilo de nuestros seres de jóvenes soñadores, anhelosos de un intercambio ritual de palabras y poesía , al compás de una marcha reiterativa sobre los gruesos tablones del andén reloncaviano aquel , testigo de nuestros inocentes devaneos amorosos , plenos de regocijo y confianza en un futuro que desconocíamos aún , no quedaba mucho golgorio juvenil . Por lo menos entre los más cercanos y conocidos.
De Andrés, el muchacho de la historia , no se supo hasta que al cabo de unos 6 a 7 años llegó desde Santiago la noticia de su muerte . Había sido encontrado en alguna calle de la gran capital, yerto y frío , con señales de consumo de alcohol , al amparo siniestro de las bajísimas temperaturas que asolaron la metrópólis en esa época .
Fatídico corolario para una bella historia de amor truncada por el destino cruel , cuyos públicos y sociales capítulos más hermosos se gestionaron en ese muelle , al fragor de la dicha juvenil , de una plebe adolescente , que no tenía responsabilidades ni metas . Sólo el sentimiento y la emoción de un encuentro de mutuo entendimiento que iluminó esos corazones tiernos, en un lapso transcurrido en nuestro pueblo natal . Esa generación brindó generosas y sanas escenas de cariño , que la muerte de aquella pareja hizo declinar para siempre . Se cree , que desde este amargo suceso , los jóvenes dejaron de concurrir al muelle a pasear su alegría . Todo fue un silencio abrumador en las tardes de mi pueblo querido en ese muellecito que , algunos años más tarde , el sismo del 60 , destruyó para siempre .
La luz mortecina de un fin aleve marcó también para siempre nuestros espíritus incrédulos .
Ha sido vuestro amigo fiel de siempre que ha venido hoy con una historia conmovedora protagonizda como una vivencia entre cuatro colinas .
J E R J E S